miércoles, 16 de septiembre de 2009

El síndrome del doctor House


El doctor House, en pleno ataque de ansiedad

Primera confesión: últimamente mi salud de hierro se ha "doblado" como las cucharillas del mentalista Uri Geller. Segunda confesión: en contra de las juiciosas recomendaciones de amigos y familiares, me he dedicado a emular al doctor House en internet. La culpa la tienen todas esas páginas llenas de ávidos "cibercondríacos" en busca de respuestas. Al fin y al cabo, siempre quise ser detective... ¿Qué tiene de malo interrogar a un par de síntomas para detener a una lumbo ciática con pasaporte ruso?

Tercera confesión: los voltarenes, diclofenacos y diazepanes están mucho mejor guardados en el cajón de las medicinas. Ahora entiendo por qué la atención primaria es efectivamente "primaria" y está únicamente basada en la más rudimentaria administración de fármacos. Cuarta y última confesión: ¿A alguien más le parece sexy el doctor House?