viernes, 30 de enero de 2009

Toda la verdad sobre el Alemán

Ilustración, Domitille Collardey.
Hace tan sólo dos meses era una redactora escondida en mi propio blog, demasiado preocupada por cuestiones formales. Vivía a base de sandwiches de Nocilla y asistía a un curso intensivo de alemán patrocinado por el INAEM. Creo que mucha gente encuentra en ellos el sentimiento gregario del oficinista en paro. Para mi, esa náusea kafkiana del lunes por la mañana. Diréis que soy rara, pero la mirada asesina de la profesora (austríaca, para más señas) ante mis continuos despistes, me hermanó con su compatriota Natascha Kampusch. Durante tres semanas, sobreviví en un zulo sin ventanas, regido por la gramática más retorcida del planeta. Encontrando consuelo en un recreo imaginario, en el que las palabras no terminan ni en "chen" ni en "lein". Para que luego digan que el alemán es un idioma lógico.