martes, 24 de febrero de 2009

Mercromina



Para algunos, la infancia es un lugar seguro. Para otros, la época perfecta para experimentar. El entusiasmo es más fuerte que nuestra capacidad motora, por eso nos caemos con tanta facilidad. Porque no miramos por dónde vamos, porque tenemos pájaros en la cabeza y porque, además, no nos asusta la gravilla del recreo. Al final, todos estos restregones que nos dejan en carne viva, tienen la sublime recompensa del herido de guerra. Una mezcla de fascinación por la sangre derramada, el escozor del agua oxigenada y la belleza tornasolada de la mercromina: El desinfectante preferido de los niños. (No intentéis darles mercromina incolora, cometeréis un grave error).
Eleanor Hardwick, la autora de la foto, tampoco lo haría. Al fin y al cabo, ella sigue siendo una niña. Dieciséis años y un talento para la fotografía que me deja completamente helada.